domingo, 1 de diciembre de 2013

Que descanses en paz, Yoyo

I'm your conductor, what's your destination? 
There's no need for baggage here, so leave it at the station 
Tell me what you want child, tell me if you see 
Beckoning in the dark, immortality.
Conductor de Metal Church

El ciclo de la vida: naces, creces, te reproduces, envejeces y mueres. A veces nos saltamos algunos pasos de este ciclo, pero algo es muy cierto; si nuestros abuelos se hubieran saltado el ciclo reproductivo, ninguno de nosotros estaría aquí (eso aplica también a nuestros padres ¡viva la calentura!).

A mi a abuelo le apodé 'Yoyo' porque a mi abuela le puse 'Yaya'. Se me hizo de lo más normal como escuincle que si la abuela era Yaya, el abuelo, por infalible lógica debía ser Yoyo. Esa es básicamente la historia que recuerdo de mi abuelo materno: el poder de apodarlo. De ahí en fuera, recuerdos difusos, regalos cumpleañeros esporádicos que consistían en 100 pesos junto con un chocolate Vaquita de pilón.

Ambos abuelos se divorciaron y la convivencia era más cercana con mi Yaya. Recuerdo la segunda boda de mi Yoyo y una pizza de Domino's... Un aburrimiento fatal y un ebrio sirviéndome agua mientras movía el pinche vaso y se hacía el gracioso... deliciosa lógica de ebrio aplicada a la mente de un chamaco.

El funeral de mi Yaya fue otro momento. Pesado en su naturaleza, se murió uno de los seres más queridos que he tenido en esta existencia. Ahí estaba el Yoyo, llorando su muerto, y al final, fue un momento de convivencia que la muerte unió de una u otra manera. No recuerdo mucho de ese día, la verdad... fue un manojo de emociones y pasé mucho tiempo entumido.

Lo más reciente fue que, después de más de una década, según recuerdo, lo vimos en los 25 años de casado de mi tío. Ya no era el hombre que era; alto, corpulento, con un cierto aire varonil que nunca podré olvidar. Ahora se encontraba alguien que la vida le había pasado la factura, encorvado y delgado, sin muchas ganas de seguir en este planeta. Esa fue la última vez que lo vi.

Hoy, esa persona ha pasado a mejor vida. Más allá de las creencias religiosas que eso implique o los mismos rollos espirituales que intentan explicar hacia dónde se dirige el alma carecen de relevancia en este momento. Simplemente ya fue y me encuentro más conmovido por lo que rodea la muerte de alguien que por el hecho en sí. Lo que me estruja más el corazón es pensar en aquellos que les duele su ausencia y supongo que a final de cuentas no soy tan insensible como al momento en el que recibí la noticia.

Sólo termina siendo una mezcla extraña de emociones; entre que siento nada y que quizás sólo estoy entumido esperando por sentir el rigor que uno siente cuando uno recibe una noticia así. 

La muerte siempre me ha resultado fascinante... y quisiera terminar esta entrada con palabras sencillas, de esas que se dicen en estos momentos de desapego del mundo de los vivos.

Que en paz descanses, Yoyo. Viajar dormido es la mejor manera de llegar a tu destino; cuando menos te das cuenta, ya estás ahí. Supongo nunca nos conocimos lo suficiente y no tuve un chance de despedirme... por eso, por extraño que sea, este es mi tributo a ti y mi manera de decir adiós. Saludos a los que estén allá arriba o donde sea que estén...

Jorshua 

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