Hace rato ya no escribo. Quizás liberé toda mi catársis en los posts del fraude del Mezcal Fest o simplemente la vida no me ha dado la inspiración necesaria para contar mis choco aventuras o lo que sea que se deba contar de vez en cuando.
Quizás a veces sólo se necesita un poco de motivación negativa para desahogar las penas en un rincón de Internet y ver qué sale de ahí, ¿no? No lo sé. Hay veces en que uno la caga y ya, y por más que uno busque consejo o consuelo uno no lo pide por equis o ye asunto. Es cuando recurrimos a los millones de blogs que nacen y mueren por segundo, seamos sinceros: nadie quiere escuchar quejarse a la gente.
Es por eso que no busco consejo ni un hombro quejumbroso. Es simplemente una reflexión quasiprofunda en el que pueda decir una batidad de babas (que si se dan cuenta, es lo único que he hecho) que se me ocurran y darle un extraño sentido de profundidad.
Pues empecemos a teclear como el cerebro manda y veamos que sale...
Todos quisiéramos cambiar nuestro entorno, como si el planeta fuera sólo una bola redonda de plastilina (lo que no te dicen en la Biblia es que así se creó el mundo) y moldearla al gusto de nosotros. Pero entonces sabemos que otro güey va a ver nuestra bolita plastilinosa y va a querer hacer lo mismo rompiendo todos nuestros ideales en algo que quizás no se acerque a lo que imaginamos.
Supongo eso es lo que pasa con las personas a distintos niveles; padres, madres, hijos, novios, amigos, perros y gatos por igual... quisiéramos poder modificarlos al gusto y hacer nuestra realidad más llevadera. ¿Por qué? Según nuestra propia lógica vivirían mejor si lo hicieran a nuestra manera, no a la suya. A veces eso ocurre cuando juzgamos muy rápido el desahogo de alguien, le damos soluciones que quizás no necesite. Buscamos hacerle cambiar de opinión como si eso fuera necesario para su existir. Pensamos que es absurdo lo que está pasando, ¡qué sencillo es salir de eso! Y a veces creemos que tenemos todas las respuestas y cuestionamos a morir en caso de que no... y de repente, lo único que se necesita es poder tener una verborrea agusto en el oído del otro para estar tranquilos.
Eso es lo que me pasa... simplemente creo que existe una solución a todo. No aguanto ver un pesimismo mal fundado y me encantaría cambiarlo... pero quizás ese no es mi papel. Quizás eso empeore las cosas y en el proceso, además de atozigar al otro, termine frustrado al darme cuenta que no es mi lugar.
Y eso es lo que me pasa, no me siento en mi sitio, donde me correspondería estar. Mi rol se ha perdido en una extraña especie de conversaciones semi profundas y veces cotidianas. Hallarle el fondo cada vez es más fácil, cuando en realidad, los problemas florecen y no se solucionan, sólo como plaga abarcan todo el ser y contaminan a los demás. Al menos así llego a sentirme y no me es fácil lidiarlo.
Cuánto quisiera moldear el mundo a mi manera, hacer lo que creo es un lugar mejor. Pero antes de hacerlo, debo comenzar conmigo y trabajar con los que me rodean para poder avanzar juntos... o descubrir que es mejor separados.
Ahora nada más acabe de escuchar a Amon Amarth, transcribo una entrevista que ya no lo puedo postergar más.
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