lunes, 18 de julio de 2011

El Bache Voraz

Mientras que algunos le pondrían rines de acero cromado a sus naves, yo soy de la idea de cambiar las llantas por una tracción de oruga como la de los tanques. No sólo evitaría que la grúa se lo llevara de cualquier sitio de manera injustificada –o quizás justificada- sino que protegería la integridad de mi vehículo contra el enemigo número uno de las calles en épocas de lluvia: ‘El Bache’.

Lo que muchos no saben de esta mítica criatura que habita las transitadas y demacradas avenidas del defectuoso reside que en esencia es una planta carnívora. Se alimenta de agua que es lo que la hace crecer y reproducirse dejando a su alrededor múltiples de hijos de la misma especie. Algunos empiezan como si al asfalto le faltara una piedra microscópica, pero entre más se alimente, más crece fusionándose con la familia para crear el cratus maximus (un cráter de tamaño monumental que dice la leyenda se ha tragado carros enteros).

Una vez que logra un tamaño considerable, su apetito se vuelve feroz. Su principal alimento son los neumáticos de conductores despreocupados y despistados que osan pasar por sus fauces de concreto provocando que a veces sus dientes logren ponchar una llanta, y cuando tiene suerte, un poco del eje u otras partes del auto tocan su paladar haciéndolo crecer un poco más.

Su principal defensa se logra mediante el camuflaje urbano y la flojera gubernamental de ponerle atención a las vías de la ciudad. Usa la lluvia para esconder su profundidad y engañar a su víctima. Además de autos devorados de manera parcial, se han reportado historias de transeúntes sobrevivientes a la ira del bache. A algunos sólo les ha mordisqueado un tobillo provocando una leve torcedura y en el peor de los casos, un esguince, pero otros han estado a más de una pierna dentro de su boca.

El bache no sólo presenta una amenaza al patrimonio móvil de cada habitante del defectuoso, sino también a la salud. Caer en uno de estos monstruos puede provocar una excesiva producción de bilis, espuma en la boca, inyección de sangre en los ojos, posibles espasmos e instintos asesinos. (Una estrategia del bache para acabar con la raza humana es que ésta se mate a sí misma.)

Sin embargo, la batalla no está perdida, aunque sí difícil. Como toda guerra de guerrillas uno debe resistir hasta que las lluvias terminen, y de mientras, mantener los ojos bien abiertos a cualquier irregularidad que se pueda presentar. Los ojos y la vista en el camino es la principal arma en la lucha contra el pavimento tan descuidado de la ciudad.

Memorice la ubicación de cada bache con el que se encuentre y evite pasar sobre ellos. En caso de lluvia tome precauciones extra si no es una ruta por la que transite mucho. Varios taxistas han sufrido la pérdida parcial de su nave gracias a estos desgraciados.

Como ya mencioné, la flojera gubernamental es una de las principales defensas de esta criatura. No sólo pueden tardar una eternidad en taparlos, sino que muchas veces cuando lo hacen, el bache no tarda mucho en renacer y volver a causar terror en las calles.

No obstante, usted, querido ciudadano, no tiene qué temer. Les voy a contar un secreto que al parecer no todo el mundo sabe y del cual yo me acabo de enterar: ¡uno le puede reclamar al Gobierno del DF por los daños causados a su automóvil por estos monstruos come llantas!

Así es, la Procuraduría Social del DF tiene un programa de ‘Atención al conductor’ donde pueden atender este tipo de siniestros. Para asesoría les dejo su teléfono: 55 92 79 90 y en caso de consulta, su página web: http://www.prosoc.df.gob.mx.

Por desgracia, hay cosas que suenan muy buenas para ser verdad y tienden a tener una contraparte: hundirse en un mar bizarro lleno de burocracia para que todo funcione como uno quisiera que sucediera. Qué tan rápido o qué tan lento sucedan las cosas es un dato que desconozco y no podría decirles cuánto durarán éstos trámites.Justificar a ambos lados

De todos modos, si llegan a ser víctimas de algún bache, no se queden callados, alcen el puño con ira, tomen el teléfono y marquen apenas su llanta pierda la vida. Si el dinero de nuestros impuestos no se va a vialidades, mínimo que reparen el daño que estos monstruitos de corazón de asfalto han provocado.

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