Posiblemente el primer video que te enseñarían tus padres habría sido cómo fuiste traído al mundo 9 meses antes de tu nacimiento. En los créditos saldría la familia como el equipo de producción de la película y a tu padre utilizando un uniforme de repartidor de pizza mientras tu madre lo seduce desde la entrada. En un momento de confusión ruegas al señor de que esa no haya sido la manera en que tus padres se conocieron y esperas algo más romántico. Para eso, vete a ver una película de Disney.
La obesidad quizás no existiría, el exceso de tiempo invertido en repartir pizza y tener relaciones sexuales serían todo el ejercicio que necesitarías. De hecho, la pizza no te engordaría tanto como lo hace el día de hoy, o al menos, aprovecharías más sus calorías.
Las profesiones de mecánico, repartidor de pizza, instalador de TV por cable y reparador de electrodomésticos a domicilio serían las profesiones más solicitadas en el mercado. Ergo, esos volantes que reparten a diestra y siniestra de reparaciones de refrigeradores y demás, por fin darían frutos.
Cuando se fuera a acabar el mundo (ahora sí, neta) coger sería lo último que uno haría. Por fortuna, esperemos que leer a Carlos Cuauhtémoc Sánchez no sea algo necesario antes de morir.
El cáncer de próstata se eliminaría casi por completo, pero los problemas de espalda en mujeres aumentarían a la edad de los 35 años.
La pena capital sería morir por Snu Snu.
Los niveles de estrés en la oficina bajarían radicalmente y la gente iría con poca ropa a trabajar.
A los 40 el viagra sería el equivalente al Cevallin para los niños; de distintos sabores para cada día de la semana.
Lo único sucio que ocurriría en la alcoba sería no hacerlo, leer un libro y dormirse sin tener acción. Tabú.
Si la vida fuera una porno, la procreación estaría a flor de piel, lo que conllevaría una sobrepoblación mundial que acabaría con todos los recursos naturales acabando así con la pizza y la sociedad como la conocemos orillando al ser humano a procrear por fines alimenticios y cometer canibalismo de sus propias crías para realzar la sociedad y poder vivir como si fuera una porno de nuevo.
La obesidad quizás no existiría, el exceso de tiempo invertido en repartir pizza y tener relaciones sexuales serían todo el ejercicio que necesitarías. De hecho, la pizza no te engordaría tanto como lo hace el día de hoy, o al menos, aprovecharías más sus calorías.
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Cuando se fuera a acabar el mundo (ahora sí, neta) coger sería lo último que uno haría. Por fortuna, esperemos que leer a Carlos Cuauhtémoc Sánchez no sea algo necesario antes de morir.
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Si la vida fuera una porno, la procreación estaría a flor de piel, lo que conllevaría una sobrepoblación mundial que acabaría con todos los recursos naturales acabando así con la pizza y la sociedad como la conocemos orillando al ser humano a procrear por fines alimenticios y cometer canibalismo de sus propias crías para realzar la sociedad y poder vivir como si fuera una porno de nuevo.
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