Beckoning in the dark, immortality.
Conductor de Metal Church
Pensamientos desde mis más profundas entrañas
Circular en esta ciudad puede ser cosa de locos si uno no tiene la cabeza donde corresponde en completa sincronía con su mente al momento de manejar. La mayor parte de los defeños somos personas mentalmente sanas al momento de caminar, pero cuando nos ponen a operar vehículos de cuatro ruedas, comienza nuestro deterioro intelectual y comenzamos a ver cosas que quizás no existan, nos confundimos y a veces sentimos que la ciudad está en nuestra contra.
Lo que no sabemos es que todo es una combinación del entorno inmediato con nuestra mente, es decir, nuestros alrededores influyen con lo que vemos, pero el cómo nos sentimos y actuamos depende de nosotros mismos.
He aquí tres posibles casos psicológicos que usted puede padecer al conducir:
Paranoia Vial.
¿Alguna vez ha sentido que la ciudad cambia de repente? ¿Que en la mañana manejaba por la calle hacia un sentido y de regreso es otro? ¿Se ha topado autos en sentido contrario cuando usted sabe que el eje vial va hacia donde usted va?
Si usted padece de esto, es seguro que al dar la vuelta en algún lado tenga miedo de meterse en sentido contrario de manera constante. Que lo que era ya no sea.
No se preocupe, usted no está loco (a menos que lo persigan elefantes rosas), sólo debe familiarizarse con la zona en la que conduce y descifrar los horarios de algunos de nuestros ejes viales y hallar rutas alternas. La ciudad no está en su contra, sólo algunos ejes viales de reversibilidad temporal que se volvieron permanentes.
Carriles Esquizofrénicos
El siguiente caso, presenta síntomas de duda al intentar elegir un carril para manejar. Este es un síndrome pasivo de la vida citadina ya que ésta no tiende a contar con trabajadores que pinten bien las rayas de los carriles o con pintura que perdure el paso del tiempo y marque por dónde uno debe circular.
Casos conocidos: Cuando pintan carril nuevo, pero no borran el anterior. Súbita reducción del mismo. Borrón de la pintura negra tapando la blanca y la blanca nueva borrándose quedando a un tono similar.
¿Qué provoca? Voces en la cabeza que intentan definir la elección de carril. Un conductor normal es asediado constantemente por frases como: “Es por aquí.” “No, no, sigue al de adelante.” “Creo que por aquí no cabes, es el otro.” “Esto no es de tres carriles, es de dos.”
Si presenta uno de estos síntomas, no se preocupe. Ver espejismos es normal en el entorno del defectuoso y ya debería estar acostumbrado a ver cosas que no son lo que parecen como minusválidos que en realidad son atletas prodigiosos.
Siga su sentido común y elija el carril en el que usted cree que puede manejar cómodamente. Si aún duda de usted, siga al de delante con la esperanza de que tenga un mejor sentido común. En caso de choque, admita sufrir un grave caso de Carril Esquizofrénico.
Daltonismo de Automovilista
Esta es una enfermedad que sólo se presenta cuando usted se sube al vehículo y decide manejarlo. Constantemente se pasa los altos y se ha llegado a detener en los sigas, en los cuáles, a veces es necesario que escuche un claxon ajeno al suyo para decidir que quizás es mejor avanzar. Otras tantas usted toca el claxon mientras el semáforo está en rojo creyendo que el de adelante debería estar avanzando.
Si usted ha hecho lo que se mencionó con anterioridad, es probable que esté padeciendo de este síntoma. Éste es provocado gracias al estrés que produce el tránsito del defectuoso, aunque a veces también es producto de la mala sincronización de los semáforos. Esos que sólo duran menos de 10 segundos antes de cambiar de color y hacen que uno se pregunte qué fue lo que pasó y si estaremos viendo con atención las cosas…
Recomendaciones: relájese, deje el claxon en silencio e intente no perturbar a otras personas que sufren del mismo síndrome que usted. Esa herramienta ruidosa no hará que los colores cambien, pero sí que sus niveles de estrés aumenten provocando distorsión de la realidad (ver gente trepándose en su auto para limpiarle el parabrisas pueden ser una ilusión. Active los limpiaparabrisas y disípela).
Si padece alguno de estos casos: sonría, ponga música ligera y cante, esto ayudará a mejorar su estado mental.
Colaboremos por un manejo seguro, sano y cafremente responsable.
(Ninguno de estos síntomas es avalado por asociaciones psiquiátricas de prestigio)
Mientras que algunos le pondrían rines de acero cromado a sus naves, yo soy de la idea de cambiar las llantas por una tracción de oruga como la de los tanques. No sólo evitaría que la grúa se lo llevara de cualquier sitio de manera injustificada –o quizás justificada- sino que protegería la integridad de mi vehículo contra el enemigo número uno de las calles en épocas de lluvia: ‘El Bache’.
Lo que muchos no saben de esta mítica criatura que habita las transitadas y demacradas avenidas del defectuoso reside que en esencia es una planta carnívora. Se alimenta de agua que es lo que la hace crecer y reproducirse dejando a su alrededor múltiples de hijos de la misma especie. Algunos empiezan como si al asfalto le faltara una piedra microscópica, pero entre más se alimente, más crece fusionándose con la familia para crear el cratus maximus (un cráter de tamaño monumental que dice la leyenda se ha tragado carros enteros).
Una vez que logra un tamaño considerable, su apetito se vuelve feroz. Su principal alimento son los neumáticos de conductores despreocupados y despistados que osan pasar por sus fauces de concreto provocando que a veces sus dientes logren ponchar una llanta, y cuando tiene suerte, un poco del eje u otras partes del auto tocan su paladar haciéndolo crecer un poco más.
Su principal defensa se logra mediante el camuflaje urbano y la flojera gubernamental de ponerle atención a las vías de la ciudad. Usa la lluvia para esconder su profundidad y engañar a su víctima. Además de autos devorados de manera parcial, se han reportado historias de transeúntes sobrevivientes a la ira del bache. A algunos sólo les ha mordisqueado un tobillo provocando una leve torcedura y en el peor de los casos, un esguince, pero otros han estado a más de una pierna dentro de su boca.
El bache no sólo presenta una amenaza al patrimonio móvil de cada habitante del defectuoso, sino también a la salud. Caer en uno de estos monstruos puede provocar una excesiva producción de bilis, espuma en la boca, inyección de sangre en los ojos, posibles espasmos e instintos asesinos. (Una estrategia del bache para acabar con la raza humana es que ésta se mate a sí misma.)
Sin embargo, la batalla no está perdida, aunque sí difícil. Como toda guerra de guerrillas uno debe resistir hasta que las lluvias terminen, y de mientras, mantener los ojos bien abiertos a cualquier irregularidad que se pueda presentar. Los ojos y la vista en el camino es la principal arma en la lucha contra el pavimento tan descuidado de la ciudad.
Memorice la ubicación de cada bache con el que se encuentre y evite pasar sobre ellos. En caso de lluvia tome precauciones extra si no es una ruta por la que transite mucho. Varios taxistas han sufrido la pérdida parcial de su nave gracias a estos desgraciados.
Como ya mencioné, la flojera gubernamental es una de las principales defensas de esta criatura. No sólo pueden tardar una eternidad en taparlos, sino que muchas veces cuando lo hacen, el bache no tarda mucho en renacer y volver a causar terror en las calles.
No obstante, usted, querido ciudadano, no tiene qué temer. Les voy a contar un secreto que al parecer no todo el mundo sabe y del cual yo me acabo de enterar: ¡uno le puede reclamar al Gobierno del DF por los daños causados a su automóvil por estos monstruos come llantas!
Así es, la Procuraduría Social del DF tiene un programa de ‘Atención al conductor’ donde pueden atender este tipo de siniestros. Para asesoría les dejo su teléfono: 55 92 79 90 y en caso de consulta, su página web: http://www.prosoc.df.gob.mx.
Por desgracia, hay cosas que suenan muy buenas para ser verdad y tienden a tener una contraparte: hundirse en un mar bizarro lleno de burocracia para que todo funcione como uno quisiera que sucediera. Qué tan rápido o qué tan lento sucedan las cosas es un dato que desconozco y no podría decirles cuánto durarán éstos trámites.
De todos modos, si llegan a ser víctimas de algún bache, no se queden callados, alcen el puño con ira, tomen el teléfono y marquen apenas su llanta pierda la vida. Si el dinero de nuestros impuestos no se va a vialidades, mínimo que reparen el daño que estos monstruitos de corazón de asfalto han provocado.