No camina, no corre, no hace ni madres más que tocar un disco a la vez. No almacena grandes cantidades de música donde puedes elegir desde 3000 rolas con el giro de un circulito sobre tu mano, ni tampoco reproduce videos, manda mensajitos, se conecta a Internet, tiene juegos, ni hace waffles, pero aún así, como me hizo feliz que funcionara.
Hablo nada más ni nada menos que mi Sony Discman de hace ya cerca de un lustro de ruco. ¿Y por qué, teniendo un iPod, me importa si sirve o no si no cumple con las características ya mencionadas? Supongo que me emociona saber que si mi computadora explota, se pierde toda mi música, o me roban el iPod, no me quedaré sin escuchar música, aunque sea un disco a la vez (porque... pues... no bajo música :p casi toda la tengo :D), incluso aunque sé que mi celular actual reproduce también canciones sin bronca alguna, pero he aquí el por qué me fijé de nuevo en santo aparatejo del tamaño de un plato:
Revisando los foros de los metal-archives.com (página de cabecera de cualquier fanático del metal) había un tema acerca de los reproductores portátiles, el cómo había quién no cambiaba su discman, ya deja el discman, el walkman y se rehusaba a usar reproductores mp3. El tema central: la calidad. Al final depende del formato en el que uno los pase (ahorita acabo de cambiar a WAV, pero AIFF, que es el más chingón, cada disco abarca 500 MB) y claro, si a uno le importa mucho esto o no.
Total, pronto haré la prueba con Bolt Thrower y usaré mi viejo discman para experimentar calidad de audio, y por qué no, recordar los tiempos preparatorianos y del poli en el que iba con mi discman a todos lados mientras caminaba. Es más, cuando compré el disco de Helloween The Legacy, el cual Gato fue el que me dijo que había salido de manera reciente (me cooperó, de hecho) y venía en dos discos, era una chinga para mí decidir qué disco llevarme al poli. Y así, ese aparetejo sufrió a Soilwork, Metallica, Helloween, Megadeth, Disturbed, Godsmack, Korn, Arch Enemy... y me cae que ahorita se me antoja escuchar a Edge of Sanity en ese antaño reproductor.
Y es que mi suerte con esos aparatos nunca fue la mejor. El primero que tuve fue un RCA y corría de maravilla, en verdad era un gran, gran reproductor. Maravilloso en todos los sentidos... hasta que un chamaco decidió usar mi mochila de tope y lo rompió. Luego me cooperaron para otro, un día de mi cumpleaños. Hermoso detalle de los amigos de ese entonces, pero la cosa esa no tenía antishock y era una joda para escuchar música. No porque se saltará, sino porque se reiniciaba... pronto renuncié a él y compre un jwin que duró un rato. También bastante malo.
Todo cambió con el Sony Discman... hasta que se me cayó al retrete. Y como un ente estaba vendiendo uno idéntico, decidí comprárselo y es ese el que ha sobrevivido todo este tiempo, y vaya que soy feliz que siga vivito y coleando.
No cambiaría el uso cotidiano de mi iPod por el Discman, por cuestiones de comodidad y cantidad de canciones, pero supongo que para escuchar en la casa o si se le acaba la pila al pequeño reproductor, siempre puedo contar con el Discman, aunque haga demasiado bulto...
Prontó lo usaré, lo prometo.
P.D. esta entrada la saqué de mi facebú, pero quise comprartirla.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Échense un pedo o eructo aquí.