"Welcome to my panic
and I'm sure you know the rules
where everything comes crashing down
and madness is the rule!"
Invite It - Annihilator
Nunca había chocado. Al menos no contra otro auto en movimiento. Sólo algunos objetos inanimados habían sentido la furia del 'Peyote' azul, pero era cuando de plano la cagaba para estacionarme. Pero dicen que hay una primera vez para todo, y esta fue la mía en una fría noche de octubre, donde el mundo corría a gastar su quincena, el tráfico estaba de los mil demonios y el pendejo de mi lado derecho quería dar vuelta a la izquierda desde ahí. Supongo aún no hay carros que salten, y si los hay, no es el de este cuate.
Lo gacho de chocar, después de ver como quedó la nave, no son las palabras enojadas que se intercambian apenas segundos después del acto. No es el horrible sonido de la lámina deformarse por la colisión. Es tener que solucionar el maldito desperfecto y hallar cual de los actores en una telenovela de mal gusto es el culpable.
Apenas ocurrió todo, sobrevino la reacción lógica a seguir: Mentarnos la madre.
El individuo bajándose de su fiesta rojo mentándome la madre, y yo, defendiéndome de sus mentadas, mentándole la suya. En algún momento creí que iban a haber catorrazos, pero todo terminó en un: "¡Pues qué pedo! ¿¡Le hablamos a los seguros o qué chingados?!" de mi parte, pues estarnos aventando culpas nunca íbamos a acabar. Para él yo era un pendejo y para mí el cuate tenia un cociente intelectual equivalente a la temperatura ambiente (era una noche fría de octubre...)
No puedo mentir: me puse sumamente nervioso. Es como todas las primeras veces, uno no sabe qué hacer, pero por fortuna Nayely tiene la cabeza más fría que yo y actuó rápido. Obviamente busqué el seguro, hablamos, se tardaron en contestar, llegó su papá (ya estábamos a 3 cuadras de su casa), le hablé a la mía, llegó, el papá de Nay se le puso al brinco a este cuate, y así transcurrió el tiempo en lo que bromeabamos acerca de alguna que otra cosilla por ahí entre padres (mi mamá ya había llegado) e hijos.
Lo mejor es el morbo de la gente. Todos volteando a ver qué había pasado y llegué a saludar a una señora en el pesero porque se quedó viendo a ver si lograba divisar algo en medio de la calle.
Ni se digan los burlones que pasan a ver el accidente. Entre chiflidos de 'lero lero' y un taxista que nos gritó (según alcanzamos a medio entender) "Strike One" -straik Juan- fueron motivo de sonrisas, carcajadas y chistes en lo que llegaba el seguro.
50 minutos después llegó el cuate del seguro. Sin duda una de las peores esperas que existen, más cuando el imbécil del otro ni si quiera le habló al suyo, así que... eso enerva más que el hecho en sí.
Este muchacho me preguntó qué había pasado, le expliqué que yo iba derecho y el ente se dio la vuelta del lado derecho al izquierdo y que yo traía también mi direccional de que iba hacia la derecha (¿ubican av. Revolución por eje 7? Espero que sí, ahí fue bajo el puente) y que este cuate se me atravesó como gacela en celo y la atropellé sin querer. Digo, de dos no se hace uno, supongo... Ya había yo dejado pasar una camioneta y este también quiso seguirle, y na más no la libró.
Normal... supongo... hasta que el cuate del seguro le pregunta la versión al otro. Ahora resultaba que él estaba del lado izquierdo para empezar... En verdad... falta ser estúpidos si alguien creé que eso había pasado. Si él hubiera estado de ese lado, nunca le hubiera pegado... pero bueno. El del seguro le dice que desde su particular punto de vista, él se me atravesó por razones ya mencionadas, a lo que el idiota este le dice que desde su particular punto de vista, eso no pasó. El cuate del seguro entonces le dice: "Entiendo... y es válido. Pero el mio tiene fundamentos." ¡SOPAS! Callado papá...
En fin... no tiene caso hacer corajes... al final mi carro quedó peor que el del otro, y cada quién se fue con su golpe. Es decir, tanto pedo pa cagar aguado, además de que NO le íbamos a pagar su golpe, si eso esperaba el imbécil este.
Al final aprendí que el proceso de choque no es malo por el altercado, sino por la solución a éste. Para mí, él siempre tendrá la culpa y será un orangutan idiota y para él siempre seré yo el greñudo piojoso que tuvo la culpa.
De dos no se hace uno...
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