"When I look into the mirror,
what is there I see?
Reflection of my greatest enemy..."
Me, Myself, My Enemy de Sinergy
Nuestra conciencia puede llegar a ser nuestro peor enemigo y mejor aliado. La méndiga sólo habita en nuestro interior y hace estragos con nuestras decisiones diarias. Qué más da si son morales, inmorales, extraterrestres o el sabor de helado que en ese momento nos íbamos a sambutir, siempre está ahí, comploteando, imaginando, haciéndonos hacer cosas.
Hay mejores conciencias que otras, cabe recalcar. Mientras que la de un asesino le va a valer madres el cadáver encharcado de sangre que está a sus pies, otro estaría que se lo carga la chingada y espera contribuir más al encharcamiento con su propia sangre. Sin duda estamos fregados todos nosotros. Y es que, a decir verdad, mi conciencia intenta matarme desde los 10 años, pero ha fracasado miserablemente.
Por desgracia donde no la ha cajeteado es en crearme un espantoso hábito de postergar lo que debo hacer para dentro de horas o días incluso. Es realmente odioso planear hacer algo en el día, sólo para decidir postergarlo para después... pero ese después quién sabe si llegará... no porque nos vaya a atropellar un camión (pero no queda descartado), sino porque ese después termina en volverse otro después.
Eso me sucede cuando debo entregar un artículo. Más bien, no debo... porque no tengo una fecha límite, normalmente, pero si no escribo, pues no hay paga... pero me tardo muchísimo en sentarme, con una decisión en mi mirada que intimidaría al gigante de 8 ojos sin problemas, frente al teclado y comenzar a escribir. No porque no tenga de qué hacerlo, sino porque siempre será un mañana inalcanzable al que llegaré en unas cuantas semanas.
Pues bien, eso me sucede mucho en este momento de búsqueda del ser laboral, para entrar al sistema capitalista mexicano y volverme contribuyente pagando mis impuestos y viendo como se van al caño y la rampa de discapacitados nunca tendrá su pareja en el otro lado de la calle (así que a practicar saltar con la silla de ruedas).
Debo levantarme de donde estoy y decirme: "Mi mismo, hoy harás lo que nunca has hecho." Pero sinceramente, prefiero dejarlo para después, que ahorita las ganas faltan. Supongo que lo más difícil es empezar... pero una vez que se hace 40 veces, se crea un hábito... un hábito que siempre será más difícil de dejar que de recrear.
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