Cada vez que le hago la parada a un pesero y éste de plano se sigue derecho a todas las revoluciones que da su motor (calculo unos 3000 perros salchicha de fuerza) no puedo evitar agitar mano derecha lo más que se pueda en formación de seña obscena apuntando hacia el gran y destrozado vehículo con la esperanza de que quizás el pesero tenía una bomba y si bajaba de los 50 kilómetros por hora, explotaría (con eso de que ya hay carros bomba). Sin duda, una especie de desilusión invade mi ser cuando lo veo detenerse en la siguiente esquina y sin ver pedacitos de conductor volando por encima de mi cabeza.
Aunque siempre podría decidir hacer un poco de ejercicio y caminar, o hacer el doble y correr en el intento de alcanzarlo y subirme, y es que, ¿cómo negarme la experiencia de subirme en una de estas bestias mecánicas? Cuando la economía no alcanza para lanzarse a Six Flags o mínimo pagar para subirnos a la montaña rusa de nuestra predilección, a veces lo único que uno necesita para obtener esa sensación de adrenalina es subirse a uno de nuestros maravillosos peseros.
Decorados con los últimos golpes del tráfico, muchas veces parecerán que en vez de tanques, tenemos peseros y que en efecto, acaban de regresar de la guerra y se jubilaron para servir de transporte público.
Para los amantes de la adrenalina, nuestros vehículos no sólo cuentan con quemacocos para la satisfacción de su choya, sino que también con quemasuelas, para pulidos de zapatos instantáneos. Sólo necesita meter el pie en uno de los hoyos que pueda encontrar y si aún queda con el pie intacto, quizás también con una suela bien pulida. Si cuando saque el pie no encuentra su zapato, desprecúpese, le acabamos de dar una exfoliada a su pie totalmente gratis y sin cargo a su pasaje inicial.
Si no les basta el sistema de pulido y exfoliación que el transporte público tiene para ustedes y buscan sensaciones aún más fuertes sin comprometer su cabellera o vestimenta, puede practicar pesero surfing o pesero al aire libre.
El primero consiste en subirse al vehículo y pararse en medio de éste. Asegúrese que el conductor elegido es el más cafre que pudo encontrar y proceda a soltarse con confianza de los tubos que debería estar agarrando. No se preocupe, esos tubos seguramente están a punto de romperse dejándolo en la misma posición en la que se encuentra en estos momentos. Ahora haga todo lo que pueda por mantener el equilibrio y no salir volando por el parabrisas y asegúrese que la puerta de atrás está cerrada para no salir antes de su destino.
Si lo suyo no es el equilibrio, pero quiere sentirse vivo y aterrado, no se preocupe, nuestra modalidad de pesero al aire libre le permitirá sentir la brisa en su rostro mientras viaja rápidamente hacia su destino (en la ciudad o en el más allá) en el estribo del pesero.
Lo primero que debe hacer es localizar un pesero que esté a su máxima capacidad y que aún albergue a pasajeros con prisa y dejar que todos pasen para quedar en el estribo. Una vez recolectado el pasaje, tenga cuidado con: árboles, palmeras, buzones, postes, ciclistas y el de los tamales. ¿Cómo lo hará? Se lo dejamos a su imaginación.
Una vez que se sobreviva a esto, y el flujo de pasajeros que suben sea mayor que el que bajan y su parada se aproxima, tendrá que aplicar la houdinni, arte de escapismo de transporte público, pues a menos que usted ya domine la ósmosis, tendrá que ingeniárselas para escapar sin taclear a nadie fuera del vehículo, y sobretodo, sin tocar partes de cuerpo ajeno que uno desearía no haber tocado (la emoción radica en que es casi imposible lograrlo).
Estos juegos pueden jugarse solos o combinados, con toda la familia o en solitario. No se preocupe por la mejora de nuestros vehículos con el siguiente aumento a la tarifa, probablemente sigan igual de extremos, más usados y más maltratados que antes para su dosis de diversión y adrenalina.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Échense un pedo o eructo aquí.